“Morir en paz es un derecho, yo decido cuándo y cómo morir”, fueron las últimas palabras que dejó escritas en una carta póstuma el otrora reconocido filósofo brasileño Antonio Cicero¹ de 79 años, quien había dejado de realizar toda su producción intelectual, es decir, todos los estímulos que le daban sentido a su vida, lectura, clases, disertaciones, conferencias, escritura de libros y artículos, después de padecer alzhéimer durante años. El intelectual sumergido en la depresión, habló con su esposa y ya que sus circunstancias sociales, culturales y económicas se los permitían, decidieron viajar a Suiza para que él recibiera la eutanasia o “suicidio asistido” el 23 de octubre de 2024, porque en su país de origen esta práctica está prohibida, como en muchos otros más, de esta manera, pudo poner fin a su vida y a un futuro que se antojaba lleno de sufrimientos para él y su esposa.
“Morirás hasta que Dios lo decida y te recoja” le dijo un sacerdote al mexicano Alfredo alias “Bandydo” ², de 57 años, quien lo convenció de que “la vida es sagrada” y nunca, bajo ninguna circunstancia se puede auto atentar contra ella. El hombre a los 54 años, en el 2018 fue diagnosticado con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), enfermedad neurodegenerativa que va atrofiando las neuronas del movimiento, de tal suerte que, en tres años 8 meses, Bandydo quedó tácitamente como un muñeco viejo de trapo, con sondas tanto en el estómago como en la tráquea para poder alimentarse y respirar, postrado en cama, pero eso sí, con la conciencia intacta. Sus días transcurrían lentamente como una oda al sufrimiento del calado del personaje bíblico Job³. Su cuerpo llagado por falta de movilidad, fue un problema sin solución, los calambres extremos que lo hacían sudar frío eran el pan de cada día, pero lo peor llegaba cuando algún familiar tenía que sacarle las eses fecales a mano, por el estreñimiento crónico que padecía. El enfermo terminal, sentía su pudor y dignidad pulverizados, por eso, decidió cerrar los ojos definitivamente para no ver la cara de sus familiares. Avergonzado lloraba sin lágrimas a diario, porque sus lagrimales estaban secos. En el tercero y último año de su vida, se preguntaba: ¿Qué clase de pecador soy, que me he transformado en algo peor que la cucaracha de Gregorio Samsa? ⁴. Me esforcé por ser un buen ciudadano, un buen padre, y aquí estoy enfermo y sin dignidad. Cuando la familia quedó totalmente quemada económica, física y moralmente, un día de septiembre del 2022, Jehová⁵ se apiadó y Bandydo pudo dar el último suspiro, luego de estar en terapia intensiva dos semanas.
Con la presentación de estos dos casos de la vida real, de personas con enfermedades terminales tortuosas e incapacitantes, ejemplifico la situación actual, de cientos de miles de personas de diferentes edades, a lo largo y ancho del mundo, que se ven obligados a vivir una auténtica vía crucis, antes de llegar al fin de sus días, porque las leyes, la ética, la moral y el raciocinio en sus países no les otorga el derecho de decidir sobre sus propias vidas, aunque estén sufriendo lo indecible ellos y sus familiares, quedando la familia con mucha frecuencia, en ruina moral, económica y física, al menos que, tengan los recursos económicos para viajar a un país donde la eutanasia sea permitida. Sostengo que la eutanasia debería ser un derecho humano universal, libre de toda atadura religiosa, que los humanistas deben enarbolar. Para ello, repaso, el significado del concepto: “valor sagrado de la vida”, asimismo reviso si algunos preceptos básicos de la corriente humanista se practican o son simplemente ideales utópicos.
La corriente humanista⁶ es una escuela de pensamiento que tiene una larguísima historia que acumula siglos en su haber, del XIV a la fecha, aunque tiene una amplia variedad de expresiones y matices según sea el país de los intelectuales que la promueven, tiene matrices fundamentales como lo son: 1. Priorizar la razón sobre la fe; y 2. Responsabilizar al ser humano, de su actuar, sentir y pensar sin la interferencia de una entidad superior. Y a pesar de ello, irónicamente, en pleno siglo XXI con todos los grandes avances en diversos ámbitos, gracias al humanismo, gran parte de la humanidad nos seguimos moviendo por ideas con tintes religiosos, místicos o divinos, prueba de ello es que de los 194 países que conforman el mundo sólo en 10 países está permitida la “eutanasia y/o suicidio asistido” ⁷.
Explicaba el filósofo del derecho Alberto Calsamiglia⁸, que en el paradigma contra la eutanasia se afirma que “la vida es sagrada”, que es otorgada por Dios y los mortales no tenemos ninguna competencia para interferir en este asunto. Y, ¿el pensamiento crítico dónde queda?, y ¿el reemplazo de la concepción teocéntrica del universo dónde está? La concepción de que la vida es sagrada privilegia el sentido natural de la vida sin considerar en ningún momento los estímulos físicos, emocionales e intelectuales, que mantienen la vida de alguien en pie.
Valoramos la vida, no solo por ser vida per se, sino porque tenemos ideales, metas, objetivos, ilusiones, creencias. En el caso de Antonio Cicero es un ejemplo claro de ello. Por otra parte, un argumento religioso basado en una creencia no puede, no debe ser razón para prohibir y condenar un comportamiento determinado por la ley. Preguntémonos, si es válido que las creencias no compartidas pueden ser impuestas por la ley⁹ porque el resultado son los casos como el de Bandydo, personas que mueren denigradas y con mucho dolor.
Por otra parte, el “valor sagrado de la vida” es imposible de sostener porque en las diversas sociedades existe el acuerdo implícito y explícito de que la vida está subordinada a otros ideales, por ejemplo, la defensa de la patria, por tanto, la existencia de la guerra, donde mueren propios y extraños, ancianos, niños y bebés. Hoy día, tenemos la guerra de Rusia vs Ucrania, Israel vs Hamás, además de diversos conflictos armados a gran escala en Burkina Faso, Somalia, Sudan, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria, desafortunadamente aquí el “valor sagrado de la vida” pierde relevancia. Y para no quitar el dedo de la llaga recordemos, la pena de muerte establecida en algunos países, el exterminio provocado por las drogas, el no tener acceso al servicio médico, la práctica de deportes extremos, los diagnósticos médicos incorrectos y las muertes resultantes en defensa propia, son algunas de las muchas actividades que acumulan numerosas muertes a diario y anulan el “valor sagrado de la vida”.
Las personas que defienden la eutanasia, han argumentado que la autonomía confiere valor a la vida. Sin autonomía los actos humanos carecen de valor, incluso desde el punto de vista religioso. “Un derecho que no respeta la autonomía no es un derecho” ¹⁰. Obliguemos a que las respuestas de los oponentes sean basadas en el raciocinio y no en la moral. La eutanasia significa la inducción de la muerte sin dolor, “buena muerte”, en interés del destinatario y supone la reducción del sufrimiento en la vida de un enfermo terminal. Está basada en el principio de que nadie debe ser cruel con los demás¹¹. El Estado no debe imponer el sufrimiento a las personas que piden morir, máxime si es laico. Un Estado que es justo desde el punto de vista humanista debe dejar la decisión de acogerse a la eutanasia o no al enfermo terminal. Por último, la idea básica de la eutanasia, si analizamos con cuidado, paradójicamente se basa en “el amor al prójimo” premisa por cierto católica, ¿qué tal? Así que argumentemos para que sean congruentes las premisas y las acciones.
Breve muy breve epílogo.
Si bien es cierto que, la vida humana es un valor muy preciado, no significa que por sí sola valga lo suficiente para mantenerla a toda costa y aún en contra de la voluntad de ciertos enfermos terminales interesados en ponerle fin. Existen infinidad de casos humanos en todo el mundo, que demuestran que es mejor estar sin vida que tener una llena de sufrimientos físicos que los llevan a la ignominia. No podemos consentir que la opinión pública emitida por una sociedad con “doble moral” se imponga sobre conceptos de racionalidad, humanismo, justicia, que abogan por la dignidad humana antes que, por el “valor sagrado de la vida” a toda costa.
No cabe duda que los seres humanos pensamos y actuamos racionalmente, sólo en ciertos ámbitos. Por lo general conseguimos ser racionales únicamente cuando no nos ciegan nuestras propias emociones incluidas las de origen ideológico, político y religioso. Practicar un pensamiento crítico es salir de nuestra zona de confort. Confrontarnos, ¡vaya! El mundo es muy complejo y si queremos entenderlo, debemos interconectar varias y diversas variables. Rescatemos el espíritu de los primeros humanistas que pudieron constatar la revolución francesa, el surgimiento de grandes pensadores y artistas creativos. El humanismo en gran medida fue el proyecto de varias generaciones que han renegado de las capillas culturales y del conocimiento dogmático, o cuando menos quisieron fundar la propia. El espíritu del humanismo es una crítica a un pensamiento mágico, es una propuesta a que se establezca un pacto social. El humanismo empezó como una mirada a un tiempo central y lateral, pero nunca oblicua ni sesgada, una mirada curiosa, compleja y poliédrica, diversa, coral, es la propuesta de diferentes y variadas generaciones de personas pensantes que se niegan a cerrar los ojos ante una realidad compleja, que tal vez no se acaba de entender, pero que no los escandaliza, ni amedrenta, que pagan por ver, pero más por comprender. ¡Rescatemos ese espíritu, carajo!
¹. Cícero, Antonio. Filosofo brasileño. ”Muere el escritor brasileño Antonio Cicero”. w.w.w.com.mx. 23/10/2024.
². Becerra, Alfredo, alias “Bandydo”. “Fallece Alfredo alias Bandydo” en Facebook grupo ESCLEROSIS LATERAL AMIOTROFICA 26/Sep/2022.
³. Job es el protagonista del “libro de Job” contenido en el “Antiguo Testamento”. Según el relato bíblico Jehová sometio a Job a duras pruebas a petición de Satanás. Coran, 38:41-44.
⁴. Kafka, Frank. “La metamorfosis”. Alianza, Ed. Prin. 11 abril 2011. Gregorio Samsa es el personaje que se transforma en una cucaracha en este libro.
⁵. Según relatos de la biblia Jehová sometió a varios personajes a pruebas que rallan en la crueldad por ejemplo: “La violación de Dinah” en Génesis 34; “El genocidio en la tierra prometida” en Josue 1-12; “La destrucción de Sodoma y Gomorra” en Genesis 19:26; “La masacre en el desierto” en Éxodo 32 y “El asesinato de Juan el Bautista” en Marcos 6. Por citar algunos ejemplos.
⁶. Kristeller, Paul Oskar, filósofo experto en el renacimiento y el humanismo, escribió varios libros sobre el pensamiento humanista. “Ocho filósofos del Renacimiento italiano” traducción de M. Martínez Peñaloza, FCE, 1982.
⁷. Alvarez del Río Ma. Asunción. “El estado actual de la eutanasia en el mundo”. Revista diputados Jul/2022. En http//:comunicaciónsocial/diputados.gov.mx
⁸. Calsamiglia, Alberto. (1949/2000) Filosofo Jurista que entre muchos temas escribió sobre la eutanasia. “Moral pública y derecho”. El Ciervo: revista mensual de pensamiento y cultura, ISSN 0045-6896 No. 457, 1989, págs. 8-9.
⁹. Stuart, Mill John, (1806/1873) inglés filosofo y economista, argumentó muy bien sobre los límites de la actividad del Estado liberal y sienta bases claras. “The only purpose for which power can be rightfully exercised over anyt member of civilised community, against his Will, is to prevent harm to others. His own Good, either physical or moral, is not a sufficient warrant”. En J. Stuart Mill, On Liberty, J. Gray and G.W. Smithed New Yor-London. 1991-pag. 30.
¹⁰. Calsamiglia, Alberto. Ibidem.